lunes, 15 de marzo de 2010

El Marino y la cortesana

En un rincón perdido de mi pequeña habitación, entre polvo y nostalgia duerme esta historia esperando que alguien la tome como suya:
En un tiempo en que los hombres jugaban a ser dioses e imaginaban nuevos mundos, un pequeño marinero decidió surcar los mares más desconocidos en busca de una tierra que le enseñara a vivir.
Acostumbrado a la sed de conocimiento siempre insaciable, a un lugar donde algo le faltaba, decidió embarcarse en una nueva aventura que recordará durante toda su vida.
Este joven marino se llamaba Juarodori y mientras la brisa marina iba acariciando su piel pensaba qué le depararía este viaje. Quería conocer personas nuevas pero ante todo deseaba aprender. Nunca quiso ser marino por el mar sino por poder ser alguien, quizás descubrir una nueva tierra, un nuevo ser, algo que le demuestre que su paso por el mundo no ha sido en vano.
Estando en estos pensamientos una fuerte tormenta azotó el barco y la angustia y el trabajo duro se señaló en los rostros de todos los marineros. Juarodori luchaba fervientemente por controlar el timón, las velas pero..a aquél viejo barco sólo le quedaban unas horas de vida. Mientras maldecía al cielo por romper todas sus esperanzas, el joven fue agotando sus energías y cayendo en un profundo vacío. Sin emargo, pronto despertará en el sueño que siempre quiso vivir...
Continuará

3 comentarios:

  1. Creo que no hay safifasción mayor para un cuento que servir de puente con el sueño. Es lo que voy a ser ahora, dormirme en los laureles de tu cuento. Gracias por ser como eres, musita.

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  2. A veces, no hay que dormirse en los laureles.

    "No hay que dormir".

    Es un mal ejemplo... pero...
    ...por eso duermo poco.

    Es peligroso despertar en el sueño soñado.

    Miramos en derredor y vemos tanta, tanta gente, tantos negocios, tanto vacío que queremos seguir querer queriendo.

    Queremos querer seguir soñando.

    Queremos.

    Es el único móvil que nos pretende: "Querer". Se hará lo que queramos que sea. Nadie ni nada se interpone en nuestra meta. Todo lo demás, es banal.

    Laus Deo.

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  3. La inspiración volvió a mi, y poco a poco iré desgranando este pequeño cuento que ni siquiera yo sé cómo terminará. Es un manuscrito hallado no?esperemos a ver qué nos cuenta.

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